Nayat Ahmed Abdelsalam, mujer saharauia, amante del deporte y de la literatura, afincada en Asturias desde hace años donde encontró un nuevo hogar. Nayat se ha criado en Argelia donde estudió traducción, y recibió una Mención Honorífica en el ‘Festival Internacional del Ciné de Argel’, por su reportaje ‘Bidun Hawiya‘ [Sin identidad] sobre la lucha de la/os apátridas saharauis. Hace unos años publicó su primer libro ‘Cuando nuestro honor está a la venta’, una crítica de la sociedad patriarcal.

Nací en los campamentos de refugiados Saharauis, tuve la suerte de nacer en una familia
musulmana pero no conservadora donde se me inculcó desde bien pequeña la importancia
del conocimiento. Mi padre me decía de pequeña que solo podía ser libre si tenía conocimiento; claro, con esa corta edad yo no entendía exactamente a lo que se refería. Cursé traducción e interpretación en la universidad de Argel. Hace dos años empecé con la carrera de historia pero la tengo en pausa.

Siempre me gustó el deporte, practiqué boxeo, surf, y ahora estoy enganchada al crossfit. La lectura siempre me gustó pero la verdad ahora le dedico poco tiempo. Llevo una vida tranquila y sencilla en Gijón, un lugar que me conquistó desde hace tiempo.

Mis referentes son mis abuelas. creo que no podría estar más orgullosa de ellas. Mujeres resilientes ante todas las adversidades.

La lectura siempre formó parte de mi vida ya que es algo que me inculcaron mis padres
desde pequeña. La escritura es algo nuevo para mí, primero solo me atrevía con artículos
para un pèriódico digital Saharaui, donde trataba temas políticos y de feminismo. En el ramadán del 2022 me apunté a un curso de escritura, y desde ahí desarrollé mi pequeña novela Honor, cuando nuestro honor está a la venta. Este libro está escrito desde la rabia. Llevaba años trabajando como traductora e intérprete para juzgados y comisarías y viví situaciones demasiado desagradables.

Nunca creí escribir un libro, simplemente fue como una terapia tras ver tanta injusticia
hacía nosotras en el nombre del Islam, y quizás también una crítica al sistema patriarcal que
se está apoderando de toda una religión para alcanzar sus objetivos en una sociedad ciega,
sordo, muda y una deuda que tengo con las mujeres árabes. Las mujeres árabes no
debemos ser cómplices de tal barbaridad.

No era fácil para mí ver tanta injusticia hacía las mujeres. Conociendo bien todas las injusticias que nos atraviesan como mujeres racializadas, árabes, musulmanas, inmigrantes.Y todavía vemos la injusticia que sufren nuestras mujeres por los mismos hombres árabes/magrebíes y supuestamente buenos musulmanes. De hecho, tras tantos años ejerciendo, me aparte y no creo volver mientras sea para ver esas situaciones.

Nunca tuve críticas de mi familia hacía mis trabajos, saben perfectamente cómo pienso y siempre he tenido la libertad de expresar mi opinión. Podría decir que gracias a ellos yo soy como soy. Se necesita mucha valentía para afrontar ciertos temas tabúes en nuestra sociedad. Como musulmana solo le rindo cuentas a Allah. Pero en nuestra sociedad se apoya todo mientras no entras en temas delicados como los derechos. Y ya tocando temas que tienen relación con el Islam, ahí no hay clemencia por parte de la comunidad musulmana.

Podría decir que soy feminista pero soy más bien hembrista. Me baso en el Corán y en lo
que decía nuestro profeta Muhammad (SaW): ‘ Tu madre, después tu madre, después tu
madre’. Estas palabras lo dicen todo de cómo deberían ser con la mujer.
Ya no estamos en esos tiempos donde la mujer era cuidada por su marido como es debido según nuestra religión. Por supuesto que creo que la mujer debe ser económicamente independiente. De el hecho de depender es lo que no debe hacer. La economía personal es sinónimo de libertad.

Lo que puedo decir a las niñas es que estudien y que busquen el conocimiento en todos
los ámbitos y en el Islam más todavía porque una mujer que conoce su derecho en el Islam
no la puede doblegar nadie. Y aquí precisamente no hablo de Muslim o de Bujari, sino más bien de Muhammad Chahrud, de Alkayali, de Amina Wadud. Y por supuesto del sagrado Corán. Y ¡no limitarse nunca! Si quieren escribir que no se detengan por nada del mundo. Aunque fallen varias veces, de ahí se aprende.